¡Ardía cada pliegue de su respiración haciendo de
su agitación inquietud y, de su paz, rebeldía!. ¡Por su garganta corría el
fuego del huracán de las caricias! ¡no podía respirar!, ¡se ahogaba en el
latido de un alma que estalla en pedazos cuando nada puede sujetarla, cuando ya
es demasiado tarde para la prudencia!...
Miraba al vacío, encontrando aquella estatua de
sal que escondía tras su rostro una pasión desatada y, tras sus manos, todo un
universo de constelaciones prodigiosas esperando ser descubiertas.
¡No podía ser de otra manera!, le llamó en la
noche de las brumas con olor a pasión, clamando a su alma encendida para sentir
el tañir de su piel, ¡una vez más!, ¡un suspiro más!, ¡jadeando!....
Puro fuego y maestría Ismael. Excepcional
ResponderEliminarSigo tu página desde el inicio y no puedo más que decirte que me llena de sueños cada escrito. Es una forma de llenar de emociones los días que a duras penas tienen algo diferente. Por favor, sigue con ella.
ResponderEliminarSiempre gracias por vuestros mensajes que tanto valoro. Efectivamente amigas intento apartarme del camino establecido para hablar y entender las emociones de otra manera.
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