El tiempo es algo
inventado para detenerlo, para hacer girar sus manillas en sentido inverso y
para entender las horas como instantes o los segundos como toda una vida.
Entrelazar los dedos con el temblor
de su pelo, mientras un suspiro entrecorta el aliento del que aproxima los
labios día a día, paso a paso, para
dejar un cálido beso.
¡Detener el tiempo!…. ¡dejar que la
piel libere palabras escondidas!, mientras eriza su alma buscando un tic-tac
que late en el fondo de un corazón en llamas. ¡No hay descanso para las
emociones atrapadas en la mente!, ¡prisioneras de un mundo que ata los
instantes con normas y las caricias con miradas encendidas!.
¡Detener el tiempo es contener un
huracán con los dedos!, encerrar un amanecer en un abrazo o dibujar una sonrisa
con un beso. Es sencillo pertenecer al mundo donde atardecer significa pasión y
donde la pasión se entrelaza entre las sábanas de un instante aplazado que, a
cada mensaje, se torna más deseado.
Hace tiempo que dejé de dibujar
corduras para sentir locuras, deteniendo el tiempo lo necesario para poder
decir a la vida ¡a la próxima ronda invito yo!. No se trata de vivir por vivir,
se trata de sentir y soñar. El tiempo nunca es lógico, por eso se detiene ante
el paso del amante que, busca incansable en el viento aquella brizna de vida
que se siente feliz de no ser igual que el resto.
¡Si quieres vivir, siente y detén el tiempo!....en secreto....
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