Aprendió
a caminar de su mano buscando el alba, al calor de sus manos y de la llama de
su sonrisa, cuando arreciaba la lluvia en las tardes de primavera.
Se sorprendió al sentir su piel estremecerse bajo el abrazo de sus ojos,
cuando el espacio de un abrazo deja el cuerpo mecerse hasta el filo del insondable
abismo del deseo.
¿Qué importa si las sensaciones y las emociones duran más o menos
tiempo?, ¿qué importa si un beso durará lo que una estrella fugaz?, ¿qué
importa si ese beso durará toda la vida?.
Cuando no quedaron más pétalos ni
suspiros, comprendió que los instantes pasan como los trenes lejanos que se ven
cuando ya están distantes camino de las brumas.
Miró sus manos y comprendió el mensaje que dibujaban las líneas ajadas
de tanto ocultar su rostro: ¡siente!, ¡vive!, ¡sueña!.
El cerrar los ojos al besar, se inventó
por una estrella enamorada que danzó entre el parnaso de palabras enloquecidas y
náyades extasiadas, mientras con su mano extendida acariciaba la luna.
Soñar es un gran acto de protesta
emocional ante una vida con explicación lógica para todo.
Precioso, una sensibilidad extraordinaria, como siempre has vuelto a acariciar mi alma.
ResponderEliminarGracias siempre María. Lo más reconfortante del mundo es después de abrir tu corazón recibir tus palabras. Un abrazo enorme.
ResponderEliminarUna caricia para los sentidos y para los sentimientos. Revolución por las emociones, no existe nada más bello que eso. Gracias Ismael.
ResponderEliminarSiempre tus palabras abren ante mí las emociones más bellas.
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