domingo, 1 de noviembre de 2015

¿Dónde viajan los suspiros?



       No pudo dejar se sentir su piel erizada cuando el aire se llenó de amanecer y suspiros. Sus manos se deslizaban en mitad de la bruma, mesando sus cabellos que peinaban las cuerdas de un lejano Violonchelo, como el beso de una estrella errante que danza al ritmo constante del sentir y del latir de un amante que partió al lugar donde la vida, se convierte en luz y la luz en latidos. 
      La vida es un capricho constante y nos empeñamos en no dejarla marchar, en no dejarla partir, cuando la realidad es que está en permanente proceso de llegada. Cada brizna de aire, cada pedazo de amanecer, es un canto a la vida y una sensación de pertenecer a otras muchas vidas que en algún momento surcaron nuestra piel, nos llenaron de sonrisas o nos hicieron llorar.  
        Mi querido mi amigo, todo está en nuestra alma y en nuestro corazón. Los suspiros no entienden de dueños y sí de emoción, lo mismo que una estrella conoce de instantes que robaron las noches, en que una mirada fue capaz de parar el mundo, arropando con la piel el aliento entrecortado del que nació para ser alma de luz. 
       Sufro mi amigo si sufres tú. Me sumo a la noche para esperar ansioso al amanecer donde poder decirte que juntaremos nuestros brazos, si es necesario, y componer el mayor abrazo que te haga sentir que cada sensación es vida y que nada desaparece de nuestro corazón si nos hizo sentir amados.


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